sábado, 29 de junio de 2013

Juan Carlos Zabala, el "Ñandú Criollo"

El domingo 7 de agosto de 1932 Juan Carlos Zabala ganó en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles la primera medalla de oro de la historia del atletismo argentino. Con sólo 19 años, el Ñandú Criollo, registró un récord olímpico de 2h 31m 36s.
Juan Carlos Zabala quedó huérfano desde muy pequeño, criándose en el Reformatorio de Marcos Paz. Allí aprendió a correr largas distancias, enseñado por Alejandro Stirling. En 1939 se hizo una película sobre este momento de su vida, Y mañana serán hombres de Carlos Borcosque.
Zabala corre su 1ª maratón en 1931. Sus mejores prestaciones las desarrolla en Los Ángeles en los Juegos Olímpicos, en la jornada del 7 de agosto de 1932 disputando la maratón y a 4 km del final, se escapó para terminar en solitario aventajando en 20 s a Samuel Ferris de Gran Bretaña, consiguiendo el oro olímpico y haciendo ondear la bandera Argentina en lo más alto del mástil mayor del estadio.
Hasta ese momento las maratones habían sido ganadas por europeos de aproximadamente tres décadas de vida, que marcaban como error partir en primer lugar. Zabala rompió con esas realidades en 2h 31' 36”. Con 20 años y arrancando por delante de sus rivales, obtuvo el oro.
A pesar de estar los siguientes dos días sin apoyar los pies y postrado en una cama durante 24 horas, Zabala tuvo tiempo de festejar el triunfo en Hollywood. El atleta estadounidense, Jesse Owens, lo invitó a la ciudad del cine americano y le presentó a la famosa actriz Ginger Rogers. Aunque su corazón estaba guardado para alguien más. 
Elsa B. de Zabala fue quien conquistó el amor del maratonista. Vecina de Buenos Aires, pero nacida en Dinamarca, se ofreció para ser la traductora del rosarino en una competencia en su país de origen. París es la ciudad del amor, pero fue Copenhague, capital fría del norte de la Península de Jutlandia, donde el calor entre ambos derivó en un casamiento años más tarde. 
El 24 de enero de 1984, “El Ñandú Criollo”, como lo apodó el diario Crítica, dejó de correr para siempre y sus pasos quedaron marcados en la eternidad del atletismo argentino.

miércoles, 29 de mayo de 2013

Vilas campeón US Open 1977

Guillermo Vilas se consagró en Forest Hills y se convirtió en el mejor jugador del mundo más allá de las estadísticas finales. 

Fueron cinco segundos de incertidumbre hasta que el umpire cantó el "out" y desató el festejo enloquecido de Guillermo Vilas, quien 35 años atrás se convertía en el mejor jugador del mundo al ganar el Abierto de Estados Unidos en Forest Hills. 
Aquel 11 de septiembre de 1977, Vilas entró a la inmortalidad del deporte argentino al derrotar de manera fantástica al local y número uno del mundo Jimmy Connors, por 2-6, 6-3, 7-6 y 6-0. 
Todo un país, que un par de años antes desconocía los argumentos básicos de este deporte, siguió por las imágenes en blanco y negro que transmitían los televisores, las alternativas de una final apasionante que coronó un año inolvidable para el zurdo surgido en Mar de Plata. 
Con Guillermo Vilas, el tenis se había convertido en un hecho popular, las canchas improvisadas en las plazas, calles y potreros competían abiertamente con el fútbol, e imitar el juego de potencia y efecto del jugador argentino, una sana costumbre tan similar como aprender a pegarle a la número cinco con el empeine interno. 
La pasión que despertó esa campaña de Vilas en 1977 y en especial en el Abierto de Estados Unidos, quedó reflejada en que ese mismo día -domingo 11 de septiembre- Boca jugaba la segunda final de la Copa Libertadores ante el Cruzeiro en Belo Horizonte, y el rating le era infiel al equipo más popular del país. 
Fue un partido entre dos titanes y que tuvo momentos de alta tensión y juego de calidad, que se demostró en las variables del marcador. 
Connors ese año sólo había logrado ganar Wimbledon y no tuvo una temporada tan espectacular como el año anterior, cuando ganó este mismo torneo y eliminó en semifinales justamente a Vilas, en un partido donde lo superó sin atenuantes. 
El argentino, en cambio, construyó el mejor año de su carrera profesional con 16 torneos ganados en un solo año -marca aún no superada en el tenis internacional- un récord de victorias consecutivas aún vigente y de triunfos al hilo sobre polvo de ladrillo que se extendió por dos décadas. 
Además, en junio de ese año había ganado su primer torneo de Grand Slam -Roland Garros- tras vencer al estadounidense Brian Gottfried, en una temporada que lo encontraba maduro e invencible con solo 25 años. 
Ese fue el último Abierto de los Estados Unidos jugado en el emblemático West Side Tennis Club de Forest Hill sobre arcilla y es el nombre de Vilas el que figura como su último campeón. 
La campaña de Guillermo fue abrumadora, recorrió las dos semanas de torneo con una comodidad asombrosa y llegó a la semifinal con el local Harol Solomon sin ceder un solo set y con 16 games perdidos. 
En su escalera a la gloria venció al español Manuel Santana (6-1 y 6-2); al norteamericano Gene Mayer (6-3 y 6-3); al también local Víctor Amaya (6-3 y 6-3); al español José Higueras (6-3 y 6-1) y al sudafricano Raymond Moore (6-1, 6-1 y 6-0). 
En las semifinales le ganó a Solomon, un jugador de fondo muy difícil y que tenía la particularidad de devolver todo como un frontón, por 6-2, 6-7 (primer set perdido en 15 días) y 6-2, mientras en la otra llave Connors despachó con autoridad la italiano Conrado Barazzutti en sets corridos. 
En la final los dos entraron nerviosos, y quien primero sacó ventaja de esa situación fue Connors que a partir de jugar profundo y con tiros a las líneas ganó el set inicial por 6-2. 
Vilas contó después que esa derrota parcial no le provocó temor, porque estaba muy concentrado en su juego y con la táctica diseñada junto a su histórico entrenador, el rumano Ion Tiriac, impuso su juego en el parcial siguiente. 
Allí Willy se soltó, sacó a relucir su mejor juego, comenzó a sacar muy bien, y, como reconoció años después, tuvo un excelente primer servicio: "nunca en mi vida metí tantos aces como ese día". 
La clave estuvo cuando ganaba 4 a 3: logró quebrarle el saque a Connors y sacar la ventaja de 5 a 3 que luego se transformó en la victoria del set. 
Los dos sabían que el tercer chico era la clave del partido y lo jugaron dejando todo lo que tenían en la cancha entregándole a las 14 mil almas que llenaron el estadio un tenis emotivo de alto nivel y cargado de suspenso. 
La primera parte fue para Connors, que sacó una ventaja de 4 a 1 basándose en un potente revés a dos manos, pero Vilas no se desesperó ya que la diferencia era solo de un quiebre, y parado de contraataque comenzó a presionar con passing precisos que dejaron siempre expuesto a Jimbo. 

"Estaba encendido, leía muy bien lo que hacía Connors, adiviné todo y tuve muchos golpes ganadores", evocó Vilas. 
El tie break fue ganado por el argentino con polémica por una bola que Connors vio adentro y quedó claro que había picado afuera. El norteamericano protestó, armó pelea con el umpire, se desconcentró y entregó el partido. 
El cuarto set fue un trámite para el argentino, que rápido se puso 5 a 0 y sólo el orgullo deportivo de Connors en el último game hizo que levantara un 40 a 0, para darle una cuota más de suspenso al ingreso a la gloria que estaba al alcance de las manos de Vilas. 
La última bola de Connors fue afuera y el umpire tardó una eternidad en cantar el "out". Años después, el juez le confesó a Vilas que vio el momento de ser el protagonista de la noche y por ese motivo mantuvo en vilo a los espectadores con esa espera de cinco segundos para declarar al nuevo campeón. 
En Argentina todo fue peor: en épocas donde los satélites no eran tantos, el cuarto set no se pudo ver porque se había pasado el tiempo original de contrato y debía transmitir otro programa en vivo desde España. 
Los fanáticos tuvieron que vivir esos momentos decisivos escuchando las alternativas de la victoria de Vilas con el relato inigualable de Juan José Moro por Radio Rivadavia. 
Hace 35 años, Vilas alzó el trofeo del US Open y se llevó un cheque de 30 mil dólares -hoy sólo un challenger da ese premio y en primeras rondas- y se convirtió en el mejor jugador del mundo, por más que las estadísticas informáticas de la época dieran otros resultados poco justificables. 
"Sabía que sería así, soy sudamericano, vengo de una parte del mundo que poco importa a los grandes dueños del tenis. Pero sé que soy el mejor, lo demostré en la cancha y eso no me lo quita nadie", dijo Vilas en ese momento. 
En aquella temporada de 1977 Vilas fue el mejor tenista del año. Sin embargo, la computadora de la ATP lo clasificó segundo, y determinó que el número uno de ese año, a pesar de no haber logrado ningún tipo de torneo de Grand Slam, fue Jimmy Connors. Nada más injusto. Esa temporada, Guillermo ganó Roland Garros, el U.S. Open, el Grand Prix (actual Carrera de Campeones), logró el récord de torneos ganados en un año (16) y consiguió otro récord, el de victorias consecutivas en el circuito, 49 en total, que nadie lo ha podido superar hasta ahora, y se duda que nadie jamás lo vuelva a conseguir. 

sábado, 4 de mayo de 2013

Alberto Demiddi, campeón mundial de remo

Alberto Demiddi fue el remero argentino más ganador de la historia. Nació en Rosario y representó al Club de Regatas de dicha ciudad. Su especialidad era el par de remos cortos y a lo largo de su carrera deportiva fue Campeón Mundial y Campeón Europeo. Obtuvo además el primer lugar en la mítica regata Hanley. Participó en tres finales olímpicas ('64, '68 y '72), obteniendo medalla de bronce en México y de plata en Munich. Fue campeón panamericano en Winnipeg '67 y Cali '71. Una vez retirado como remero, se destacó como entrenador del Club Regatas La Marina en la zona del Tigre, en la Provincia de Buenos Aires.
Alberto Demiddi, el popular “Gringo”, no sólo fue uno de los más grandes argentinos en el historial de los Juegos Olímpicos, sino uno de los más notables en la historia completa del deporte nacional. A la par de su conmovedora entrega personal, su esfuerzo, su vocación totalmente amateur y su amplia cosecha de títulos entre las décadas del 60 y 70, Demiddi simbolizaba el olimpismo de aquel momento.
Muy joven –con apenas 20 años- participó en los Juegos de Tokio y consiguió el cuarto puesto en el single scull del remo, esa única competición individual en este duro deporte. Era la época en que todavía dominaba el ruso Vyacheslav Ivanov. Cuatro años más tarde, en la altitud de México, consiguió la medalla de bronce. Y al llegar Munich 72, su gran ilusión, fue medalla de plata, aventajado por el también ruso Yuri Malishev. Ese oro olímpico fue lo único que le faltó –acaso una frustración para él- y para completar una campaña excepcional, donde acumuló las coronas mundiales, panamericanas, europeas y sudamericanas, además de triunfos en las más tradicionales regatas del calendario como Henley o Lucerna.
Demiddi nació en Buenos Aires el 11 de abril de 1944, hijo de un inmigrante italiano que se había alejado de su país para no sufrir más bajo la bota fascista. Pero desde muy chico, Demiddi y su familia –su hermana Liliana fue una buena atleta, especialista en lanzamiento de bala- vivieron en Rosario, donde desarrolló toda su campaña deportiva bajo la conducción del maestro Mario Robert.
Aún en sus momentos de esplendor como remero, Demiddi alternaba los entrenamientos con su trabajo de bancario. Por la mañana, arrancaba allí, en el Banco Municipal, y recién por la tarde podía entrenar en el Club Regatas Rosario. Tenía que hacer 40 km. en bicicleta desde su barrio, el Belgrano, en calles de tierra, hasta la orilla del río...
Campeón panamericano del single scull en Winnipeg 67 y Cali 71, y con el podio en México, su escalada al primer plano se dio al ganar el título europeo en las aguas de Klagenfurt (Austria) en 1969. Y su título más relevante, un año después en St. Catherine’s (Canadá) en la finalísima del Mundial. Allí Malishev apenas era quinto.... “Remamos en una jornada de casi 40°C, algo inusual en Canadá. Yo salí muy fuerte, pero a los 1200 metros me asediaban todos mis rivales. De todos modos, pude ganar con cierta luz”, recordaba.
Junto al maestro del golf Roberto De Vicenzo, Demiddi era el gran deportista argentino –de primer nivel internacional- de aquella época, antes del advenimiento de la era Monzón-Vilas-Reutemann.
Y por eso se concentraba una gran expectativa para los Juegos Olímpicos de Munich, en 1972, donde también estaba la esperanza de que la Argentina volviera al oro olímpico (faltaba desde 1952, cuando lo habían logrado otros dos remeros, Capozzo-Guerrero). Demiddi se preparó con todo, aún cuando llevaba aquella presión. Muy concentrado, fue famoso el cartel que colocó en su pieza de la Villa Olímpica: “Cuidado con el perro... No recibo parientes, amigos ni periodistas. Si sabe como bajar los 7 minutos en 2000 metros, bienvenido”.
Aquella mañana de setiembre, casi todo el país se despertó a las 6 de la mañana para escuchar el relato –en directo desde Munich- de José María Muñoz por Radio Rivadavia. Y Demiddi fue subcampeón olímpico, no pudo con Malishev: 7m10s12 para el ruso, 7m11s53 para el argentino.
“Sentí un ahogo en la mitad de la prueba. Y allí él me sacó una ventaja, pequeña, pero que no pude descontar más”, contó. Estaba muy triste en aquel momento: “Yo estoy acostumbrado a ganar. Para mí, esto es una derrota. Ya no puedo pensar en otros juegos, para mí Montreal queda muy lejos...”
Pero si tenemos en cuenta las diferencias de apoyo e infraestructura de Demiddi y nuestros remeros respecto a las potencias –como EE.UU. y la entonces URSS- y que eran muy ostensibles sobre los deportes amateurs, toda su campaña, incluyendo esa medalla de plata olímpica, alcanza la dimensión de una hazaña.
Un año más tarde ocupó el cuarto puesto en el Campeonato Europeo en Moscú y poco después decidió su retiro definitivo de las competiciones. Allí el ganador fue el emergente remero alemán Peter-Michael Kolbe quien, junto al finés Pentti Karppinen, serían los grandes dominadores del single scull por más de una década.
Apasionado por el remo, siguió hasta sus últimos días como entrenador –inclusive de la Selección Nacional y principalmente en el club La Marina- y como divulgador. Durante más de una década fue columnista de Clarín, difundiendo el remo y apoyando el deporte olímpico. Frontal, polémico, luchaba hasta el final por su verdad. Pero, en el fondo, de una gran humanidad y ternura con todos los suyos. Murió por un cáncer el 25 de octubre del 2000. 
El deporte argentino lo recordará siempre por su valentía, su lucha solitaria contra la adversidad y por defender en todo momento los colores celeste y blanco. (fuente: www.larazon.com.ar)
Premios y distinciones:

•    Ganó de manera consecutiva 12 campeonatos argentinos en single scull entre 1962 y 1973
•    Campeón Sudamericano en 1964, 1965, 1968 y 1970
•    Segundo puesto en la Regata Henley, Gran Bretaña (1964 y 1966)
•    Medalla de oro en los Juegos Panamericanos de Winnipeg, Canadá (1967)
•    Medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de México (1968)
•    Campeón Europeo en Klagemfurt, Austria (1969)
•    Campeón del Mundo Senior en Canadá (1970)
•    Campeón en la Real regata Henley, Gran Bretaña (1971)
•    Bicampeón Europeo Copenhague, Dinamarca (1971)
•    Medalla dorada en los Panamericanos de Cali, Colombia (1971)
•    Medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Munich, Alemania (1972)
•    Fue distinguido con dos premios Olimpia de oro (1969 y 1971), un premio Konex de platino como uno de los mejores deportistas argentinos y un diploma al mérito en su deporte (ambos en 1980).
•    En 2010 la Fundación Konex le otorga el Premio Konex de Honor a su familia por su figura de sobresaliente relieve.

sábado, 23 de marzo de 2013

Argentina campeón mundial de basquet 1950, los primeros

El 3 de noviembre de 1950 el combinado nacional de básquet derrotaba en la final del primer Campeonato Mundial de básquetbol, disputado en el Luna Park, por 64 a 50 a su par de los Estados Unidos. De esta manera, y luego de hilvanar 6 victorias consecutivas, se consagraba campeón del mundo invicto.
Integrantes de Argentina Campeón

Pedro Bustos 
Hugo Del Vecchio 
Leopoldo Contarbio 
Raúl Pérez Varela 
Vito Liva 
Oscar Furlong 
Roberto Viau 
Rubén Menini 
Ricardo González 
Juan Carlos Uder 
Omar Monza 
Alberto López 

Integraron el equipo pero no jugaron: 

Alberto Lozano 
Ignacio Poletti 
José Venturi 
Jorge Nuré 

Entrenadores: 
Jorge Canavesi 
Casimiro González Trilla 

Luego de  tres meses de intensa preparación y, tras vencer a cuanto equipo se cruzo en su camino, el combinado argentino de básquet disputaba la final del Campeonato Mundial de básquetbol del mundo, realizado en el país y jugado íntegramente en el Luna Park.
La noche del 3 de noviembre, con una actuación destacada de Oscar Alberto Furlong, máxima estrella del certamen y goleador del torneo, marcando 11 tantos promedio por partido, Argentina derrotaba por 64 a 50 al combinado estadounidense, campeón olímpico en Londres `48.
En su paso arrollador hacia los palmares, este memorable equipo argentino derrotó a los cinco participantes del torneo, además de la victoria en el partido final. En la fase preliminar venció a Francia (56-40) y luego, en la rueda final, triunfó frente a Brasil (40-35), Chile (62-41), nuevamente Francia (66-41) y Egipto (68-33).
Más de 20 mil personas que colmaron el Luna Park, más las miles que esperaban en la calle desataron un inolvidable festejo.  Con los diarios de esa noche encendidos, en lo que se llamó la “Noche de las Antorchas”, celebraban por Corrientes, la obtención del primer Campeonato Mundial de básquetbol.


domingo, 3 de marzo de 2013

3 de marzo de 1963, a 50 años...

El 3 de marzo de 1963 falleció en la prueba de Olavarría, en el que fue el único accidente de su carrera, Juan Gálvez. Con 47 años sobre sus espaldas, comenzaba la campaña del '63 en el clásico de Olavarría, lugar de origen de su más enconado rival y el hombre a vencer en esos tiempos, Dante Emiliozzi, quien era acompañado por su hermano Torcuato. Debido a las lluvias del día anterior, el camino estaba como a Juan le gustaba - complicado. Largó con el Nº 5 pintado en sus puertas, y en el "top" inicial dado por el avión, ya estaba instalado en la punta por tiempo neto. Al primer paso por el control de llegada, Ángel Meunier, Santiago Lujan Saigós y Armando J. Ríos habían quedado atrás en el camino, sólo los Emiliozzi resistían su avance. La ruta comenzó a secarse y la velocidad de "La Galera" empezó a descontar terreno. Gálvez, ponía todo y lejos de aflojar, también aumentaba el ritmo. Tercera vuelta. Una "S" fácil sobre el Camino de los Chilenos, el auto que se descontrola y el vuelco que se transforma en una consecuencia inevitable. Juan Gálvez que nunca se ataba por miedo al fuego, salió despedido del auto y las rutas del país ya no sabrían mas de sus hazañas, ya no verían al Ford azul con el invariable número uno pintado en los laterales.
Juan Gálvez en su paso por Arboledas partido de Daireaux, Bs.As.

miércoles, 27 de febrero de 2013

Racing Club primer equipo argentino campeón del mundo


El 4 de Noviembre de 1967, el Racing Club de Avellaneda, fue el primer equipo argentino en proclamarse campeón del mundo al vencer al Celtic de Escocia. 
El Celtic había sido el primer equipo no latino que ganó la Copa de Europa, sucediendo en el palmarés a Real Madrid, Benfica, Milan e Inter. En la final disputada en Lisboa se impuso sorpresivamente al gran favorito: el Inter de Helenio Herrera. Antes había eliminado a Zurich, Nantes, Vojvodina y Dukla de Praga, para derrotar a los italianos por 2-1 con tantos de Gemmell y Chalmers.
El Racing Club había ganado la Copa Libertadores frente al Nacional de Montevideo, después de sendos empates a 0 y que condujeron a un partido de desempate en Santiago de Chile, donde los argentinos vencieron 2-1.
El 18 de octubre en Hampden Park ante 103.000 espectadores el Celtic se impuso 1-0, mientras que en la vuelta el 1 de noviembre en el estadio Presidente Juan Domingo Perón con 120.000 espectadores el Racing vencía 2-1.
Se hizo necesario un tercer partido, el que se jugó en el Estadio Centenario de Montevideo ante 65.000 espectadores, y en el que los argentinos vencieron 1-0.

El Partido

El primer tiempo del encuentro había sido muy duro y parejo, hasta un tanto brusco en varias acciones, tanto así que a los 37 minutos saldrían expulsados Alfio Basile por Racing y Lennox por Celtic. 

Los primeros 45 minutos terminarían igualados a cero goles por bando. 
Ya en la segunda etapa, Celtic sufriría otra expulsión, esta si estratégica, ahora el protagonista era el gran jugador Jimmy Johnston, debido a una supuesta agresión al capitán Martín; infracción que nunca existió. (minuto 48) 
Johnston, era la mejor carta de los escoceses, por lo que sufrieron mucho no tenerlo en la cancha durante el resto del encuentro. 
Después de esto, Racing se fue con todo al arco rival en busca de un gol. El esfuerzo no fue en vano, y la espera no sería muy larga, cuando a los 56 minutos de juego, el gran “chango” Cárdenas, remataba desde más de 35 metros al ángulo superior del cancerbero Fallon, marcando un golazo espectacular, y corriendo a celebrarlo en un efusivo abrazo con José Pizzuti, técnico de Racing. 
Racing y Argentina empezaba a soñar con la primera consagración mundial en la historia de su fútbol. 
El encuentro se tornó más brusco que en la primera parte, inclusive serían expulsados dos jugadores más, Hughes de Celtic a los 74’ y Rulli de Racing a los 85’. En total fueron 5 los expulsados en este increíble encuentro. 
Los argentinos protegerían su ventaja, hasta que el paraguayo Pérez Ortiz, indicaba el final del partido, desatando la euforia y el llanto emocionado de los jugadores e hinchas argentinos presentes en el estadio (25.000 hinchas de Racing cruzaron el Río de la Plata)

Fecha: Sábado 4 de noviembre de 1967 
Estadio: “Centenario de Montevideo” 
Resultado: Racing 1 Celtic 0 
Racing: Cejas, Perfumo y Chabay, Martín, Rulli y Basile, Cardozo, Maschio, Cárdenas, Rodríguez y Raffo. 
Celtic: Fallon, McNeill, Gemmell, Craig, Murdoch, Clark, Johnstone, Lennox, Wallace, Auld y Hughes. 
Gol: Cárdenas a los 56’ 
Expulsados: Racing: Basile y Rulli 
Celtic: Lennox, Johnstone, y Hughes 

domingo, 24 de febrero de 2013

Doble Bragado

El Club Ciclista Nación -creado en el año 1917-, organiza la primera competencia de ruta en la Argentina denominada “Criterium Apertura”. 
A partir de 1922 comienza a organizar la carrera “Clásica del Oeste”, denominándose “Doble Mercedes” (entre 1922 y 1931), tomando este nombre por su punto de llegada y retorno hasta Buenos Aires. Entre 1932 y 1939 llega hasta la ciudad de Chivilcoy, designándosela “Doble Chivilcoy”. 
La ambición de los dirigentes de promover el crecimiento del ciclismo estaba directamente relacionada con la proyección de ampliar el kilometraje de la carrera y, en 1940, llegaría por primera vez a la ciudad de Bragado. Allí se instalaría el mito: la “Doble Bragado”.
Por aquellos años, la mayoría de los caminos eran de tierra con espesos arenales, lo que confirmaba la tenacidad de los ciclistas para afrontar tamaño esfuerzo. El mejoramiento de los caminos fue facilitando la participación de mayor cantidad de corredores -que los hubo no solamente de nuestro país, sino también de América Latina, EE.UU. y Europa-, transformándose “La Bragado”, en referencia indiscutida del ciclismo de ruta en la Argentina.
Cosme Saavedra
Todo ciclista en la Argentina tiene como objetivo en su vida deportiva correr, al menos una vez, la Doble Bragado. Y los mejor dotados, inscribirse en el sitial de privilegio de los ganadores. 
El más ganador en la historia es el pedalista Cosme Saavedra, quien triunfó seis años consecutivos, seguido por Mario Mathieu en cuatro oportunidades y Juan Curuchet en tres.
Mario Mathieu

domingo, 20 de enero de 2013

La primera carrera de automóviles disputada en el país

En el diario La Nación del sábado 16 de noviembre de 1901 en la sección "Notas Sociales" se anunciaba que un espectáculo programado en el Hipódromo Argentino en beneficio del Asilo Siglo XIX se va a realizar, si el tiempo lo permite.
Juan Cassoulet
Había sido programada para el jueves 7 de noviembre, se postergó primero para el sábado 9 y se efectuó finalmente el sábado 16.
La prueba principal, a persecución, entre el Rochester a vapor de Juan Cassoulet, oriundo de Azul, y Marcelo Torcuato de Alvear, con Locomobile, también vaporero, fue ganada por aquél a un promedio de 73 km/h, 2º resultó el señor Juan Abella, 3º el Dr. Marcelo T. de Alvear y 4º Egisto Gismondi. La carrera se disputó a las cuatro de la tarde sobre 1000 metros. Otros participantes de las competencias del día fueron los señores Salgado, Alcorta y Anchorena. El premio para Juan Cassoulet fue una cigarrera de plata junto a una fosforera adquirida en Casa Escasany. Actualmente se la exhibe en el Museo del Automóvil en Balcarce, como premio de la primera carrera de automóviles disputada en el país.

Premio ganado por Cassoulet

sábado, 19 de enero de 2013

Independiente - Boca Juniors de 1954

Siempre se dijo que este partido jugado el 15 de agosto de 1954 en cancha de Independiente fue el partido con mayor cantidad de entradas vendidas en la historia del fútbol argentino. Se vendieron esa tarde en Avellaneda 62.000 entradas. Se supone que en la cancha de Independiente hubo más de cien mil personas, ya que los socios del rojo no pagaban entrada.

El precursor del boxeo argentino

La imagen quedó para siempre asociada a los "años 20" como un hito más de la historia. Charleston, victrolas, faldas largas... Cuando Firpo sacó a Dempsey en el Polo Grounds... Viernes 14 de septiembre de 1923, hora 22.04: el violento derechazo de Luis Angel Firpo arroja del ring al campeón del mundo. Noventa mil espectadores presencian con el inaudible sonido del estupor admirado la caída del "Matador de Manassa" en su propia tierra. Aquí en, la Argentina, la radio a galena creaba la gran incertidumbre. Después ganó Dempsey. Pero todos nosotros lo hemos olvidado; para nosotros quedo vigente esta imagen, la única, la verdadera; aquélla había sido una lucha de pegadores, sin tregua, sin compasión...

La última apilada

Borocotó (El Gráfico, Nº1897, del 30 de diciembre de 1955)

Así, en la misma situación, luego de escribir el título de esta página y mi seudónimo, más de una vez pensé en que algún día escribiría mi última apilada. Y ha llegado ese momento. El motivo, dicho en términos oficiales, es el de que "me acojo a los beneficios jubilatorios". Si alguna vez tenía que ser, la verdad es que satisface que sea por dicha causa.
En el número del 18 de junio de 1932 apareció la primera Apilada. En el lapso de veintitrés años y pico fui volcando sobre esta página anécdotas, reflexiones y brochazos con olor a polvareda de baldío. No nació Apiladas como termina. En el andar surgió el recuadro que vestí de lila y blanco en homenaje al recuerdo del cuadrito inolvidable del barrio también inolvidable. Era el Sacachispas. Así fui recuadrando a su conjuro la vida futbolística de la infancia. Si lo hice bien o no, queda a criterio de los lectores. Solamente me cabe el derecho de expresar que de mi tarea periodística es lo que más estimé. En esos pincelazos puse lo mejor de mí, lo que llevo más adentro: el recuerdo de una infancia feliz, por lo pobre y por lo LIBRE. Alguna vez dije que a cambio de pobreza Tata Dios nos había otorgado la fortuna de la libertad.
De lila y blanco, color de glicinas, que el sentimental Lecherito dijo que tenían color de sueños, vestí picados callejeros y de baldíos. Mi cuadrito se llamó Sacachispas. A los años, con igual nombre y similares colores, surgió otro que lucha por canchas argentinas. Los hay también más lejos, dispersos por el mundo. Amigos lectores que se vieron identificados con los personajes y las andanzas de aquel cuadrito me han escrito muchas veces expresándome: "Me sucedió a mí" o "Nos sucedió a nosotros". He pensado, sin jactancia, que alguien tenía que cantarle al baldío y que Tata Dios me concedió ese privilegio que le agradezco con todo el alma.
Debo referirme a "El Gráfico". Sintéticamente le digo que le debo lo que soy, pero le he dado todo lo que tenía. Comencé a escribir en esta revista en 1926. Al comienzo del año siguiente fui incorporado al plantel de redactores. En algún lugar hay que pasar la vida. Y más de la mitad de la que llevo vivida transcurrió en esta cordial casa. Miro hacia atrás y me veo llegar con una valija llena de ilusiones, pero también con un propósito: no quedarme. Nunca había estado mucho en ningún trabajo. Tenía sed de horizontes. Tanto es así que ni guardé los ejemplares de los primeros cuatro años que trabajé en "El Gráfico". Me sentía de paso. Sin embargo, me quedé. Y ahora que el tiempo se fue yendo camino adelante como un pelotón de ciclistas que a uno lo planta, declaro que me satisface en lo más hondo el haber formado parte de esta fraternal familia que es la Editorial Atlántida, a cuyo padre, Don Constancio C. Vigil, lo perdimos hace poco más de un año. Pero su espíritu paternal la sigue animando, y quiera Dios que sea por siempre. Aquí nunca tuve patrones. Fue Don Constancio; son Aníbal y Carlos, sus hijos. Para conversar con ellos, para intercambiar opiniones, nunca tuve que pasar por el filtro de una hilera de secretarias, sino allegarme simplemente a sus oficinas, cuando no vinieron ellos a la mía. Por eso, y por lo que me habrán tolerado, me quedé. De lo contrario habría seguido andando, porque venía con un cargamento izquierdista acumulado en mis largos días de obrero, desde estibador de los barcos de carbón hasta los de chofer, y estaba prevenido contra toda presión capitalista. Precisamente para entrar de redactor en "El Gráfico" colgué mi libreta de chofer de casa particular. No la tiré. Podría hacerme falta... He trabajado. Puede ser que mucho, pero en un ambiente de tan cordial comprensión que si me devolvieran la adolescencia que tuve y me colocaran en un punto de partida, elegiría sin vacilaciones el "aterrizar" nuevamente en esta casa. 
Y pediría los mismos compañeros y directores. No se si ellos pensarán lo mismo. continuará...

Un recuerdo del maestro Borocotó

1902. Nace en Montevideo, Uruguay, Ricardo Lorenzo (Borocotó), periodista y autor de libros teatrales y cinematográficos.

El Mundial 2002 me dio el honor de hacer amistad con un maestro del periodismo al que había leído tantas veces en El Gráfico: Emilio Laferranderie, El Veco, un clásico de esa vertiente de la literatura que es el periodismo deportivo bien escrito. 

Una tarde, en el Centro Internacional de Prensa en Yokohama, Sergio Levinsky, Walter Hugo García, Fabián Rozo, Jorge Barraza, este columnista y otros colegas nos reunimos a su alrededor para hablar de fútbol y tango, dos especialidades de las que es maestro. 

Alguien le habló de Ricardo Lorenzo, el inolvidable “Borocotó” de tantas bellas notas y de las célebres “Apiladas”, columna llena de humanismo en la que se reflejaba su vena purísima de incomparable periodista.

“Borocotó murió el 19 de junio del 64.

En mi vida es un personaje inolvidable del que aprendí tantas cosas” nos dijo El Veco. Le recordé la crónica funeral que escribió en El Gráfico. Miró sin ver hacia un punto lejano, transido de nostalgias, y nos contó: “Constancio Vigil me llamó apenas murió el maestro y me dijo: un uruguayo tiene que despedir a Borocotó.

Haga usted la necrológica. El título fue “Una lágrima sobre El Gráfico”. No pudo seguir. Cuando bajó la mirada un río de lágrimas bañaba su rostro y una emoción infinita le estrujaba el alma.

Ricardo Lorenzo, el Borocotó genial al que conocí por las películas cuyos guiones él escribía. No sé cuántas veces lloré con los dramas de El Crack, Con los mismos colores y con la vida angustiosa de “El Comeuñas”, aquel personaje infantil que siguió viviendo luego en las “Apiladas”.

Hoy Borocotó es una postal embellecida por el tiempo, un tiempo en que el periodismo exigía darle un tono humano a la nota deportiva.
 
En Costumbrismo

En “Carnavalesca”, Fray Mocho desliza la crítica social, al afirmar que a la doméstica gallega, la patrona la explota. De la abusadora señora dice el personaje: “se aprovecha de que sos d’España para sacarte el jugo por unos cuantos centavos”. El retrato que hace del temible gallego hermano de la joven, es despectivo, ya que pone en boca de la doméstica este concepto: “Yo lo conozco a mi hermano y sé que a bruto y terco no le han de ganar muy fácil...” (1).

Félix Lima es el autor de “Otra vez en la milonga, trágico doblete”, artículo en el que incluye su “Carta pra alá” (2), la cual manifiesta una actitud negativa hacia los gallegos:

“ ‘Señora Guesusa Pérez de Jarcía y Jrejores.
‘Viju.
‘Querida prima:
‘Por aquí con a jerra, nos ponemus jordus, pues o que no suben os mayoristas, os subimus nosotros, por más que el jobiernu aprieta el torniquete a los especuladores y el hornu no está para janancias desmesuradas, pero tú sabés que aquí como en Lojroñu, en Londón como en Juacintón, en Hamburju comu en Ríu de Ganeiro, echa a ley, echa a trampa.
‘Te comunico una noticia que te llenará de gubilu: primu Jabriel ya sentó plaza de rentadu en el ayuntamiento, pues el concegale Iñiju, pariente leganu de tíu Jaspare, le consijió esa canonjía, 160 pesiñus mensuales, con gubilación y otros previleguius, con a única condición de votar siempre por los amijotes del susodichu Iñiju.
‘Primo Jabriel Sánchez Jerra ya maneja el escobillón edilicio con jarbu y empuga a carretilla con donaire, y en cuantu al uniforme, llévalo con elejancia que se la envidiaría Eduardu de Juinsur, ese tipo yoni que para mí tein guente en a azotea.
‘Deseamus que a jerra sea larja para convertir nuestra actual despensiña en almacén por mayore, con siete camiones de repartu.
‘Cariñus pra ti y para todos de tu prima que gamás te olvida-
Benita Fuentes de Sanjrador”

Un galleguito aparece en un texto costumbrista (3) de Ricardo Lorenzo (Borocotó), sosteniendo este diálogo:
“-Uno debe cantar bajo y otro alto –aconsejó El Galleguito”.
“-¿Alto como las montañas de tu aldea? -¿Te juego a quién las tiene más altas?... El día que vengas a mi provincia te vas a agarrar un empacho de montañas... –interrumpió Rompehuesos, que jamás transaba en que hubiera montañas más altas que las de sus pagos. Hasta decía que las de la geografía estaban mal medidas”.

Notas
1 Alvarez, Sixto A. (Fray Mocho) Cuentos. Buenos Aires, Huemul, 1966.
2 Lima, Félix: “Otra vez en la milonga, trágico doblete”, en Caras y Caretas, Año XLII, N° 2137, Buenos Aires, 23 de septiembre de 1939.
3 Lorenzo, Ricardo (Borocotó): “El Diario de Comeuñas”, en R. Arlt, R. Gache, Borocotó y otros: El costumbrismo (1910-1955). Buenos Aires, CEAL, 1980. Pág. 37. (Capítulo, vol. 68).

Fuente:http://www.nacionalypopular.com/index.php?option=com_content&task=view&id=2423

viernes, 18 de enero de 2013

2 de octubre de 1924

El argentino Cesáreo Onzari en la cancha de Sportivo Barracas, de corner, marca un gol a los uruguayos. Era el partido homenaje a la Selección de Uruguay, flamante campeona en los Juegos Olímpicos de París, es por esto que desde entonces y para siempre se lo llamó gol olímpico.
Archivo: Gololimpicodeonzari.jpg