miércoles, 29 de mayo de 2013

Vilas campeón US Open 1977

Guillermo Vilas se consagró en Forest Hills y se convirtió en el mejor jugador del mundo más allá de las estadísticas finales. 

Fueron cinco segundos de incertidumbre hasta que el umpire cantó el "out" y desató el festejo enloquecido de Guillermo Vilas, quien 35 años atrás se convertía en el mejor jugador del mundo al ganar el Abierto de Estados Unidos en Forest Hills. 
Aquel 11 de septiembre de 1977, Vilas entró a la inmortalidad del deporte argentino al derrotar de manera fantástica al local y número uno del mundo Jimmy Connors, por 2-6, 6-3, 7-6 y 6-0. 
Todo un país, que un par de años antes desconocía los argumentos básicos de este deporte, siguió por las imágenes en blanco y negro que transmitían los televisores, las alternativas de una final apasionante que coronó un año inolvidable para el zurdo surgido en Mar de Plata. 
Con Guillermo Vilas, el tenis se había convertido en un hecho popular, las canchas improvisadas en las plazas, calles y potreros competían abiertamente con el fútbol, e imitar el juego de potencia y efecto del jugador argentino, una sana costumbre tan similar como aprender a pegarle a la número cinco con el empeine interno. 
La pasión que despertó esa campaña de Vilas en 1977 y en especial en el Abierto de Estados Unidos, quedó reflejada en que ese mismo día -domingo 11 de septiembre- Boca jugaba la segunda final de la Copa Libertadores ante el Cruzeiro en Belo Horizonte, y el rating le era infiel al equipo más popular del país. 
Fue un partido entre dos titanes y que tuvo momentos de alta tensión y juego de calidad, que se demostró en las variables del marcador. 
Connors ese año sólo había logrado ganar Wimbledon y no tuvo una temporada tan espectacular como el año anterior, cuando ganó este mismo torneo y eliminó en semifinales justamente a Vilas, en un partido donde lo superó sin atenuantes. 
El argentino, en cambio, construyó el mejor año de su carrera profesional con 16 torneos ganados en un solo año -marca aún no superada en el tenis internacional- un récord de victorias consecutivas aún vigente y de triunfos al hilo sobre polvo de ladrillo que se extendió por dos décadas. 
Además, en junio de ese año había ganado su primer torneo de Grand Slam -Roland Garros- tras vencer al estadounidense Brian Gottfried, en una temporada que lo encontraba maduro e invencible con solo 25 años. 
Ese fue el último Abierto de los Estados Unidos jugado en el emblemático West Side Tennis Club de Forest Hill sobre arcilla y es el nombre de Vilas el que figura como su último campeón. 
La campaña de Guillermo fue abrumadora, recorrió las dos semanas de torneo con una comodidad asombrosa y llegó a la semifinal con el local Harol Solomon sin ceder un solo set y con 16 games perdidos. 
En su escalera a la gloria venció al español Manuel Santana (6-1 y 6-2); al norteamericano Gene Mayer (6-3 y 6-3); al también local Víctor Amaya (6-3 y 6-3); al español José Higueras (6-3 y 6-1) y al sudafricano Raymond Moore (6-1, 6-1 y 6-0). 
En las semifinales le ganó a Solomon, un jugador de fondo muy difícil y que tenía la particularidad de devolver todo como un frontón, por 6-2, 6-7 (primer set perdido en 15 días) y 6-2, mientras en la otra llave Connors despachó con autoridad la italiano Conrado Barazzutti en sets corridos. 
En la final los dos entraron nerviosos, y quien primero sacó ventaja de esa situación fue Connors que a partir de jugar profundo y con tiros a las líneas ganó el set inicial por 6-2. 
Vilas contó después que esa derrota parcial no le provocó temor, porque estaba muy concentrado en su juego y con la táctica diseñada junto a su histórico entrenador, el rumano Ion Tiriac, impuso su juego en el parcial siguiente. 
Allí Willy se soltó, sacó a relucir su mejor juego, comenzó a sacar muy bien, y, como reconoció años después, tuvo un excelente primer servicio: "nunca en mi vida metí tantos aces como ese día". 
La clave estuvo cuando ganaba 4 a 3: logró quebrarle el saque a Connors y sacar la ventaja de 5 a 3 que luego se transformó en la victoria del set. 
Los dos sabían que el tercer chico era la clave del partido y lo jugaron dejando todo lo que tenían en la cancha entregándole a las 14 mil almas que llenaron el estadio un tenis emotivo de alto nivel y cargado de suspenso. 
La primera parte fue para Connors, que sacó una ventaja de 4 a 1 basándose en un potente revés a dos manos, pero Vilas no se desesperó ya que la diferencia era solo de un quiebre, y parado de contraataque comenzó a presionar con passing precisos que dejaron siempre expuesto a Jimbo. 

"Estaba encendido, leía muy bien lo que hacía Connors, adiviné todo y tuve muchos golpes ganadores", evocó Vilas. 
El tie break fue ganado por el argentino con polémica por una bola que Connors vio adentro y quedó claro que había picado afuera. El norteamericano protestó, armó pelea con el umpire, se desconcentró y entregó el partido. 
El cuarto set fue un trámite para el argentino, que rápido se puso 5 a 0 y sólo el orgullo deportivo de Connors en el último game hizo que levantara un 40 a 0, para darle una cuota más de suspenso al ingreso a la gloria que estaba al alcance de las manos de Vilas. 
La última bola de Connors fue afuera y el umpire tardó una eternidad en cantar el "out". Años después, el juez le confesó a Vilas que vio el momento de ser el protagonista de la noche y por ese motivo mantuvo en vilo a los espectadores con esa espera de cinco segundos para declarar al nuevo campeón. 
En Argentina todo fue peor: en épocas donde los satélites no eran tantos, el cuarto set no se pudo ver porque se había pasado el tiempo original de contrato y debía transmitir otro programa en vivo desde España. 
Los fanáticos tuvieron que vivir esos momentos decisivos escuchando las alternativas de la victoria de Vilas con el relato inigualable de Juan José Moro por Radio Rivadavia. 
Hace 35 años, Vilas alzó el trofeo del US Open y se llevó un cheque de 30 mil dólares -hoy sólo un challenger da ese premio y en primeras rondas- y se convirtió en el mejor jugador del mundo, por más que las estadísticas informáticas de la época dieran otros resultados poco justificables. 
"Sabía que sería así, soy sudamericano, vengo de una parte del mundo que poco importa a los grandes dueños del tenis. Pero sé que soy el mejor, lo demostré en la cancha y eso no me lo quita nadie", dijo Vilas en ese momento. 
En aquella temporada de 1977 Vilas fue el mejor tenista del año. Sin embargo, la computadora de la ATP lo clasificó segundo, y determinó que el número uno de ese año, a pesar de no haber logrado ningún tipo de torneo de Grand Slam, fue Jimmy Connors. Nada más injusto. Esa temporada, Guillermo ganó Roland Garros, el U.S. Open, el Grand Prix (actual Carrera de Campeones), logró el récord de torneos ganados en un año (16) y consiguió otro récord, el de victorias consecutivas en el circuito, 49 en total, que nadie lo ha podido superar hasta ahora, y se duda que nadie jamás lo vuelva a conseguir. 

sábado, 4 de mayo de 2013

Alberto Demiddi, campeón mundial de remo

Alberto Demiddi fue el remero argentino más ganador de la historia. Nació en Rosario y representó al Club de Regatas de dicha ciudad. Su especialidad era el par de remos cortos y a lo largo de su carrera deportiva fue Campeón Mundial y Campeón Europeo. Obtuvo además el primer lugar en la mítica regata Hanley. Participó en tres finales olímpicas ('64, '68 y '72), obteniendo medalla de bronce en México y de plata en Munich. Fue campeón panamericano en Winnipeg '67 y Cali '71. Una vez retirado como remero, se destacó como entrenador del Club Regatas La Marina en la zona del Tigre, en la Provincia de Buenos Aires.
Alberto Demiddi, el popular “Gringo”, no sólo fue uno de los más grandes argentinos en el historial de los Juegos Olímpicos, sino uno de los más notables en la historia completa del deporte nacional. A la par de su conmovedora entrega personal, su esfuerzo, su vocación totalmente amateur y su amplia cosecha de títulos entre las décadas del 60 y 70, Demiddi simbolizaba el olimpismo de aquel momento.
Muy joven –con apenas 20 años- participó en los Juegos de Tokio y consiguió el cuarto puesto en el single scull del remo, esa única competición individual en este duro deporte. Era la época en que todavía dominaba el ruso Vyacheslav Ivanov. Cuatro años más tarde, en la altitud de México, consiguió la medalla de bronce. Y al llegar Munich 72, su gran ilusión, fue medalla de plata, aventajado por el también ruso Yuri Malishev. Ese oro olímpico fue lo único que le faltó –acaso una frustración para él- y para completar una campaña excepcional, donde acumuló las coronas mundiales, panamericanas, europeas y sudamericanas, además de triunfos en las más tradicionales regatas del calendario como Henley o Lucerna.
Demiddi nació en Buenos Aires el 11 de abril de 1944, hijo de un inmigrante italiano que se había alejado de su país para no sufrir más bajo la bota fascista. Pero desde muy chico, Demiddi y su familia –su hermana Liliana fue una buena atleta, especialista en lanzamiento de bala- vivieron en Rosario, donde desarrolló toda su campaña deportiva bajo la conducción del maestro Mario Robert.
Aún en sus momentos de esplendor como remero, Demiddi alternaba los entrenamientos con su trabajo de bancario. Por la mañana, arrancaba allí, en el Banco Municipal, y recién por la tarde podía entrenar en el Club Regatas Rosario. Tenía que hacer 40 km. en bicicleta desde su barrio, el Belgrano, en calles de tierra, hasta la orilla del río...
Campeón panamericano del single scull en Winnipeg 67 y Cali 71, y con el podio en México, su escalada al primer plano se dio al ganar el título europeo en las aguas de Klagenfurt (Austria) en 1969. Y su título más relevante, un año después en St. Catherine’s (Canadá) en la finalísima del Mundial. Allí Malishev apenas era quinto.... “Remamos en una jornada de casi 40°C, algo inusual en Canadá. Yo salí muy fuerte, pero a los 1200 metros me asediaban todos mis rivales. De todos modos, pude ganar con cierta luz”, recordaba.
Junto al maestro del golf Roberto De Vicenzo, Demiddi era el gran deportista argentino –de primer nivel internacional- de aquella época, antes del advenimiento de la era Monzón-Vilas-Reutemann.
Y por eso se concentraba una gran expectativa para los Juegos Olímpicos de Munich, en 1972, donde también estaba la esperanza de que la Argentina volviera al oro olímpico (faltaba desde 1952, cuando lo habían logrado otros dos remeros, Capozzo-Guerrero). Demiddi se preparó con todo, aún cuando llevaba aquella presión. Muy concentrado, fue famoso el cartel que colocó en su pieza de la Villa Olímpica: “Cuidado con el perro... No recibo parientes, amigos ni periodistas. Si sabe como bajar los 7 minutos en 2000 metros, bienvenido”.
Aquella mañana de setiembre, casi todo el país se despertó a las 6 de la mañana para escuchar el relato –en directo desde Munich- de José María Muñoz por Radio Rivadavia. Y Demiddi fue subcampeón olímpico, no pudo con Malishev: 7m10s12 para el ruso, 7m11s53 para el argentino.
“Sentí un ahogo en la mitad de la prueba. Y allí él me sacó una ventaja, pequeña, pero que no pude descontar más”, contó. Estaba muy triste en aquel momento: “Yo estoy acostumbrado a ganar. Para mí, esto es una derrota. Ya no puedo pensar en otros juegos, para mí Montreal queda muy lejos...”
Pero si tenemos en cuenta las diferencias de apoyo e infraestructura de Demiddi y nuestros remeros respecto a las potencias –como EE.UU. y la entonces URSS- y que eran muy ostensibles sobre los deportes amateurs, toda su campaña, incluyendo esa medalla de plata olímpica, alcanza la dimensión de una hazaña.
Un año más tarde ocupó el cuarto puesto en el Campeonato Europeo en Moscú y poco después decidió su retiro definitivo de las competiciones. Allí el ganador fue el emergente remero alemán Peter-Michael Kolbe quien, junto al finés Pentti Karppinen, serían los grandes dominadores del single scull por más de una década.
Apasionado por el remo, siguió hasta sus últimos días como entrenador –inclusive de la Selección Nacional y principalmente en el club La Marina- y como divulgador. Durante más de una década fue columnista de Clarín, difundiendo el remo y apoyando el deporte olímpico. Frontal, polémico, luchaba hasta el final por su verdad. Pero, en el fondo, de una gran humanidad y ternura con todos los suyos. Murió por un cáncer el 25 de octubre del 2000. 
El deporte argentino lo recordará siempre por su valentía, su lucha solitaria contra la adversidad y por defender en todo momento los colores celeste y blanco. (fuente: www.larazon.com.ar)
Premios y distinciones:

•    Ganó de manera consecutiva 12 campeonatos argentinos en single scull entre 1962 y 1973
•    Campeón Sudamericano en 1964, 1965, 1968 y 1970
•    Segundo puesto en la Regata Henley, Gran Bretaña (1964 y 1966)
•    Medalla de oro en los Juegos Panamericanos de Winnipeg, Canadá (1967)
•    Medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de México (1968)
•    Campeón Europeo en Klagemfurt, Austria (1969)
•    Campeón del Mundo Senior en Canadá (1970)
•    Campeón en la Real regata Henley, Gran Bretaña (1971)
•    Bicampeón Europeo Copenhague, Dinamarca (1971)
•    Medalla dorada en los Panamericanos de Cali, Colombia (1971)
•    Medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Munich, Alemania (1972)
•    Fue distinguido con dos premios Olimpia de oro (1969 y 1971), un premio Konex de platino como uno de los mejores deportistas argentinos y un diploma al mérito en su deporte (ambos en 1980).
•    En 2010 la Fundación Konex le otorga el Premio Konex de Honor a su familia por su figura de sobresaliente relieve.