domingo, 21 de noviembre de 2021

Medalla de plata en tenis

El 1 de octubre Gabriela Sabatini (18 años), abanderada de la delegación argentina, obtuvo medalla de plata en tenis, en la competencia de single femenino. Argentina no había obtenido ninguna medalla olímpica desde el 2 de septiembre de 1972, cuando el remero Alberto Demiddi llegara segundo en los Juegos de Múnich.

Seúl 88 fue importante para el tenis porque volvía a ser incluido como deporte olímpico luego de que fuera excluido en París 1924. Por su parte, Argentina había comenzado a desarrollar la práctica masiva del tenis luego de que el marplatense Guillermo Vilas se convirtiera en uno de los principales jugadores del mundo a mediados de la década de 1970. Hasta ese momento el tenis en el país había sido un deporte de élite, ignorado por el público masivo y practicado principalmente en los clubes ligados a la colectividad británica sobre canchas de polvo de ladrillo.

Gabriela Sabatini, que junto con Guillermo Vilas son los únicos tenistas argentinos incluidos en el Salón Internacional de la Fama del Tenis,​ fue parte de la primera generación de jóvenes que se volcaron masivamente en la década de 1980 a practicar tenis bajo la influencia de los éxitos de Vilas. Integrante del popular Club Atlético River Plate, Sabatini había ganado su primer título (Tokio) en 1985, cuando contaba con quince años y para 1988 ya había obtenido ocho torneos WTA y llegado a tres semifinales de Roland Garros, sobre polvo de ladrillo.


La favorita para ganar la medalla de oro era la alemana Steffi Graf, considerada por muchos como la mejor tenista de la historia,​ pero en Seúl se dieron cita las mejores tenistas del momento, destacándose el poderoso equipo de los Estados Unidos, integrado por Chris Evert, Pam Shriver y Zina Garrison (las dos últimas serían medalla de oro en dobles).

Gabriela Sabatini enfrentó en segunda ronda a Sabrina Goleš de Yugoslavia, venciendo 6-1, 6-0. Goleš había perdido en tres sets (debido a una lesión) la final de tenis ante Steffi Graff, en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984, cuando la competencia se realizó como exhibición.

En la tercera ronda Sabatini jugó con la alemana occidental Sylvia Hanika, quien había sido n.º 5 del mundo en 1983 y llegado a la final de Roland Garros en 1981. Perdió el primer set por un contundente 1-6, para recuperarse en los dos finales, que ganó 6-4 y 6-2.

En cuartos de final Gabriela debió enfrentar a la soviética (Bielorrusia), Natasha Zvereva, quien con 17 años, estaba en un momento excelente, habiendo llegado ese año a la final de Roland Garros, tras vencer a Martina Navratilova y Helena Suková. La argentina se impuso en dos sets, 6-4 y 6-3.

En la semifinal se enfrentaron Gabriela Sabatini y la búlgara Manuela Maleeva. Maleeva había alcanzado el número tres del mundo en 1983 permaneciendo en el top ten del ranking hasta 1992. Pese a las expectativas de un partido disputado, Gabriela Sabatini ganó el partido de manera contundente, 6-1, 6-1.

La final fue disputada contra la favorita Steffi Graf (19 años), en el mejor año de su extraordinaria carrera. Graff había ganado ese año los cuatro títulos del Grand Slam, convirtiéndose así en una de las tres mujeres que alcanzaron ese logro en la historia. Sin embargo Sabatini había sido la única que había podido vencer a Graf ese año, haciéndolo además dos veces, en la pista dura de Boca Raton y de arcilla de Amelia Island.

El partido fue más cerrado de lo que finalmente indicaría el marcador favorable a Graf (6-3; 6-3). Ya en el primer juego, Sabatini tuvo tres puntos para quiebre que no pudo aprovechar y en el quinto juego logró quebrar el saque de la alemana para ponerse adelante 3-2 con su saque. Graf sin embargo reaccionó y con un juego muy agresivo, recuperó el quiebre en el juego siguiente, para quebrar a su vez a la argentina, en el octavo parcial, y adjudicarse el primer set 6-3.


En el segundo set ambas jugadoras mantuvieron su saque hasta el 4-4, momento en el cual Graf logró quebrar a Sabatini, aprovechando el segundo servicio, y ganar la medalla de oro, al mantener su saque en el último juego. De este modo Graf se convirtió en el único deportista en la historia en ganar, en el mismo año, los cuatro torneos del Grand Slam y la medalla de oro olímpica, logro que se ha conocido como Golden Slam.

miércoles, 13 de octubre de 2021

Mundial de Vóley 1982

Argentina vs. México

El seleccionado que conducía el surcoreano Young Wan Sohn, integrado por muchos chicos de menos de 20 años, se transformó en un increíble fenómeno popular. Y dejó una semilla que todavía da frutos.

Fue el primer gran hito en la historia del vóleibol nacional. Por el logro deportivo y por la atracción masiva que consiguió generar un deporte que en ese entonces aparecía relegado entre las preferencias de los argentinos. El combinado dirigido por el surcoreano Young Wan Sohn, que finalizaría tercero en ese Mundial disputado en el país y subiría por primera vez en su historia al podio, comenzó su camino en ese certamen el sábado 2 de octubre de 1982.

Las expectativas no eran demasiado elevadas, teniendo en cuenta que en el Mundial anterior, disputado en Italia en 1978, Argentina, ya bajo el mando de Sohn (había llegado al país en 1975), había finalizado 22°, su peor ubicación histórica. Además las formas del asiático (planificaba entrenamientos larguísimos, de hasta seis horas, con repetición hasta el hartazgo de distintos gestos técnicos) habían generado desconfianza en el mundillo del vóleibol nacional y los resultados en las giras previas no habían sido alentadores.

Sin embargo ese equipo comandado por Sohn, quien tenía como ayudantes a Julio Velasco y Enrique Martínez Granados, e integrado por varios miembros de la camada que había logrado el Campeonato Sudamericano juvenil en 1980 y quinto puesto en el Mundial de la categoría en 1981, explotó en el Mundial.

También explotó el público en los estadios. Argentina disputó los partidos de la primera ronda en Rosario. El día del debut en el grupo A frente a Túnez (victoria por 15-2, 15-4 y 15-0 en apenas 36 minutos de juego), 8.000 personas coparon las tribunas del polideportivo de Newell's, remodelado íntegramente para ese torneo. El panorama se repitió en las dos jornadas siguientes, en la victoria frente a México por 16-14, 13-15, 15-3 y 19-17 y la derrota ante Japón por 10-15, 17-15, 15-11 y 15-11.

“Muchos no entendían muy bien de qué se trataba el vóleibol. Perdíamos cinco puntos seguidos y nos puteaban, y quizás estábamos ganando 10-8”, recordó Waldo Kantor, uno de los pilares de aquel equipo, en una entrevista publicada en el diario La Nación en 2012. Pero los reproches eran insignificantes si se los comparaba con el apoyo y la energía que el público les transfería a los jugadores.

Con el segundo puesto en su zona, el combinado nacional avanzó a la segunda fase y quedó encuadrado en el grupo W, cuya sede sería el Luna Park. Al coliseo de Corrientes y Bouchard se mudó el fervor popular. La misión no era sencilla para el equipo de Sohn, pero un póquer de victorias ante Corea del Sur (había sido cuarto en el Mundial anterior), Canadá, Alemania Oriental y China lo catapultó a las semifinales.

La Unión Soviética, por entonces monarca mundial y olímpico, invicto en el certamen y a la postre nuevamente campeón, fue demasiado para Argentina en la semi. Aunque todavía quedaba la chance de conseguir un tercer puesto histórico. El viernes 15 de octubre, el Luna Park vibró y estalló con el 3-0 (parciales de 16-14, 16-14 y 15-11) ante Japón. Los 15.000 espectadores también se animaron a fustigar al gobierno militar, que iniciaba la retirada tras la derrota en Malvinas. “El que no salta es militar” y “Se va a acabar la dictadura militar”, dos estribillos que parte de la sociedad ya había hecho propios, se escucharon esa noche. En una de las tribunas estaba el vicealmirante Carlos Alberto Lacoste, otrora hombre fuerte del Ente Autárquico Mundial 1978 y por entonces vicepresidente de la Conmebol.

El plantel que consiguió subir al podio estuvo integrado por Waldo Kantor, Hugo Conte, Daniel Castellani, Jon Uriarte, Esteban Martínez, Carlos Getzelevich, Raúl Quiroga, Alcides Cuminetti, Leonardo Wiernes, Daniel Colla, Gabriel Solari, José Puccinelli y Alejandro Diz. Ese tercer puesto marcó el inicio de un camino en el vóleibol argentino, que alcanzó su punto más alto con la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Seúl 1988, con la misma base, pero ya sin Sohn como entrenador (lo reemplazó Luis Muchaga).

miércoles, 6 de octubre de 2021

Natación en Argentina

La natación en Argentina comenzó a practicarse como deporte en la década de 1850 pero adquirió popularidad en la década de 1920, impulsada por hazañas como el cruce del Canal de la Mancha realizado por Enrique Tiraboschi y el primer cruce del Río de la Plata logrado por Lilian Harrison, ambos en 1923 y la medalla de oro obtenida por Alberto Zorrilla en los Juegos Olímpicos de 1928. Fue una de las primeras actividades a través de las cuales las mujeres argentinas hicieron su irrupción en el deporte y en la vida pública en general. En 1936, la nadadora Jeanette Campbell fue la primera atleta olímpica del país, única mujer integrante de la delegación enviada a los Juegos Olímpicos de Berlín 1936, donde se destacó obteniendo la medalla de plata. La disciplina se encuentra regulada por la Confederación Argentina de Natación, fundada en la década de 1970. Cuenta con unos 2500 atletas federados. Entre los nadadores más destacados se encuentran además de los mencionados, Ana María Schultz, Luis Alberto Nicolao, Pedro Candioti, Alfredo Yantorno, Susana Peper, José Meolans, Georgina Bardach, Federico Grabich, Delfina Pignatiello, Pilar Geijo, Cecilia Biagioli, entre otros.


América del Sur

En América del Sur, Argentina es una de las principales potencias en este deporte, siendo por lo general, animador y estando en los primeros puestos en las competiciones sudamericanas.

Argentina tiene tres récords sudamericanos de natación conseguido por tres nadadores: Martín Naidich (400 metros libre), Julia Sebastián (200 metros pecho) y Georgina Bardach (400 metros combinados).

Georgina Bardach

Campeonatos Mundiales y Juegos Olímpicos

Los logros a nivel mundial son más escasos que a nivel sudamericano, principalmente por la intervención de muchas potencias mundiales en el deporte.

En el Campeonato Mundial de Natación, Argentina ha ganado dos medallas de bronce a lo largo de todas las ediciones, encontrándose de este modo entre los cinco países de América del Sur en lograrlo.

En los Juegos Olímpicos, Argentina obtuvo tres medallas a lo largo de toda su historia en este deporte (1 de oro, 1 de plata y 1 de bronce), la última lograda por Georgina Bardach en Atenas 2004. La única medalla de oro fue obtenida por Alberto Zorrilla en Ámsterdam 1928, mientras que la medalla de plata fue lograda por Jeanette Campbell en Berlín 1936.

                                                                        Alberto Zorrilla

Mientras tanto, en el Campeonato Mundial de Natación en Piscina Corta, Argentina obtuvo un total de cinco medallas a lo largo de todas las ediciones de la competencia, destacándose lo logrado en 2002, donde consiguió tres medallas, su mejor rendimiento en una competición mundial de natación.

Argentina es uno de los tres países de América del Sur en obtener medallas en las tres principales competencias mundiales de natación.

Clic en el enlace:

La historia de Jeanette Campbell, la nadadora que le abrió el camino a las mujeres en el deporte argentino


domingo, 4 de julio de 2021

Breve historia del deporte en Argentina

La historia del deporte en Argentina se remonta a los diferentes pueblos originarios que habitaban el territorio de lo que a partir del siglo XIX sería la Nación Argentina. El pueblo mapuche, entre otros deportes, practicaba el palín, que alcanzó gran difusión entre las tribus que vivían en la región sur del actual territorio argentino, considerado el juego indígena más importante de Sudamérica. Un deporte muy similar era practicado también por las culturas pilagá, toba y mocoví. Por su lado, el pueblo guaraní practicaba un deporte de pelota de goma (producto de origen americano) jugada exclusivamente con el pie, que ha sido considerado uno de los antecedentes del fútbol. 

Durante la colonización española (siglo XVI-siglo XIX), el palín y los otros deportes indígenas de palo, se mestizaron con la chueca castellana y se difundió ampliamente en las poblaciones mestizas, masculinas y femeninas en la región del Río de la Plata y Chile. Aparecieron también deportes a caballo creados por los gauchos, entre los que sobresalió el pato, las carreras cuadreras y la jineteada gaucha. Luego de la independencia (1810-1816), los deportes gauchescos alcanzaron difusión nacional. Los conquistadores españoles también introdujeron las corridas de toros y el juego de bochas y los vascos en particular, la pelota vasca. Mientras que las corridas de toros decayó luego de la independencia hasta ser prohibida en 1899, las bochas y la pelota vasca, serán muy populares hasta los tiempos presentes.

En el siglo XIX, comenzó a practicarse el deporte en su modalidad moderna, reglado y organizado a partir de asociaciones deportivas locales y nacionales, insertas federaciones mundiales. 

En 1831 ya existía el Buenos Aires Cricket Club y en 1833 se instaló una escuela de esgrima en Buenos Aires. En 1856 el turf se convirtió en el primer deporte en ser formalmente reglado, al elaborarse el reglamento de carreras de Corrientes. Una década después, la esgrima comenzó en ser practicada en el ámbito militar y se realizó el primer torneo de atletismo. En las últimas dos décadas del siglo XIX se crearon decenas de clubes deportivos y las primeras federaciones. La influyente comunidad británica en la Argentina, difundió la práctica de deportes como el polo, el fútbol, el rugby y el hockey sobre césped. Simultáneamente se empezaron a practicar otras disciplinas deportivas como el boxeo, el ciclismo, la gimnasia artística, el automovilismo y la aviación.

Con el multideportista Jorge Newbery, primer ídolo popular del deporte argentino, se inició abiertamente el deporte-espectáculo moderno. 

En la década de 1920 el deporte argentino se establece sobre la base de la gran popularidad de tres deportes: el fútbol, el boxeo y el automovilismo. A partir de los Juegos Olímpicos de París 1924, el país comienza a obtener sus primeros grandes logros en el deporte mundial, mediante sus equipos olímpicos, que obtendrán en todos los juegos hasta 1956, medallas de oro en boxeo, polo, atletismo, natación y remo.

En 1948, se crearon los Juegos Nacionales Evita, competencia deportiva infantil para promover la práctica masiva del deporte. La década de 1950 registró los primeros triunfos mundiales argentinos, fuera de los Juegos Olímpicos. El piloto Juan Manuel Fangio ganó cinco campeonatos mundiales en fórmula 1. La Selección argentina de básquetbol masculino se adjudicó el primer Campeonato Mundial y el boxeador Pascual Pérez, se convirtió en el primer campeón mundial argentino, iniciando una larga saga de campeones, que harían de Argentina una potencia en el boxeo profesional. En la misma época, la pelota paleta argentina, ganó las dos medallas de oro en juego de esa especialidad en el primer Campeonato del Mundo de Pelota Vasca, dominando la disciplina desde entonces hasta la actualidad. Los Juegos Olímpicos de Helsinki 1952 marcaron la mayor época de esplendor de los Juegos Olímpicos para la Argentina, luego de estos juegos Argentina no volvería a ganar tantas medallas de oro hasta los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, para 1956 la delegación presentó sólo 28 deportistas, la cantidad más reducida de la historia del país y fueron los primeros juegos que Argentina no ganó ninguna medalla de oro.

En 1955, tomó el poder una dictadura militar que persiguió a gran cantidad de deportistas por razones políticas, entre ellos la tenista Mary Terán de Weiss, el campeón mundial de básquetbol Miguel Ballícora, el medallista olímpico en remo Eduardo Guerrero, Tranquilo Cappozzo, la nadadora Enriqueta Duarte, el atleta Osvaldo Suárez y el corredor Walter Lemos, y redujo sustancialmente el apoyo económico al deporte amateur, dando origen a varias décadas de fuerte retroceso deportivo, en términos generales. En Argentina entre 1955 y 1959 durante las dictaduras de Eduardo Lonardi y Pedro Eugenio Aramburu se prohibió la actuación de figuras deportivas por haber tenido contacto con el Peronismo, que fueron incluidos en listas negras.

El dictador Pedro Eugenio Aramburu dictó la suspensión de centenares de atletas que fueron proscriptos por razones políticas, entre ellos varios medallistas olímpicos; fueron perseguidos los campeones mundiales de básquet de 1950 y el campeón sudamericano de bochas Roque Juárez, entre otros deportistas que fueron proscriptos y hostigados por su dictadura; al boxeador José María Gatica se le retiró la licencia y se le prohibió competir; en total más de 500 atletas fueron perseguidos y prohibidos por la dictadura.

En 1960, Argentina fue el único país iberoamericano en participar en los primeros Juegos Paralímpicos realizados en Roma. En Tokio 1964 la delegación argentina obtuvo 36 medallas paralímpicas (6 de oro) y en Tel Aviv 1968 obtuvo 30 medallas paralímpicas (10 de oro), ocasión en la que el equipo paralímpico de atletismo salió segundo en el medallero de competencias femeninas y tercero en el de las masculinas. En ambos juegos se destacó la atleta Silvia Cochetti, máxima medallista de la historia argentina, con trece medallas, cinco de ellas de oro.

En 1962 Argentina obtuvo el Campeonato del Mundo de Pelota Vasca. En 1967, Racing Club obtuvo la Copa Intercontinental, primera de 9 que ganarían los clubes argentinos, sobre 44 disputadas hasta 2004.

En 1970, Argentina ganó el Campeonato mundial de hockey sobre patines masculino, convirtiéndose desde ese momento en una de las potencias mundiales. Durante el curso de la década de 1970 se produjo una gran difusión del tenis, a raíz de los triunfos internacionales de Guillermo Vilas. En 1973 y 1974 la selección argentina de básquetbol en silla de ruedas ganó el campeonato mundial en los Juegos Mundiales IWAS o Juegos Mundiales en Silla de Ruedas. En 1974 la selección nacional volvió a obtener por segunda vez el Campeonato del Mundo de Pelota Vasca.

En 1978, Argentina ganó por primera vez la Copa del Mundo de Fútbol, organizada por la última dictadura militar. En 1986, ya restaurada la democracia, la selección de fútbol volvió a ganar el campeonato del mundo.

En 2002, la Selección femenina de hockey sobre césped obtuvo el Campeonato Mundial, y también debemos agregar importantes desempeños de otras atletas argentinas a lo largo de la historia deportiva de la Argentina, como la nadadora Jeanette Campbell, la atleta Noemí Simonetto, las tenistas Gabriela Sabatini y Paola Suárez con su dupla Patricia Tarabini, las regatistas Serena Amato y Cecilia Carranza Saroli, la nadadora Georgina Bardach y la judoca Paula Pareto. En 2002 también, la Selección de fútbol para ciegos Los Murciélagos obtuvo el campeonato mundial, ubicándose desde entonces como la segunda potencia mundial de ese deporte.

En 2003, Marcela Acuña se convirtió en la primera boxeadora argentina en obtener un título mundial (supergallo WIBA), popularizando el boxeo femenino y abriendo el camino a nuevas campeonas que hicieron de Argentina una potencia en este deporte femenino.

En 2004, la Selección masculina de básquetbol, liderada por Emanuel Ginóbili, ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atenas, uno de los máximos logros obtenidos por la selección.

En los últimos años, entre los triunfos de máximo nivel mundial para el deporte argentino, se destacan varios logros olímpicos como las medallas de oro obtenidas en 2008 por la dupla Juan Curuchet-Walter Pérez en ciclismo, en 2012 por Sebastián Crismanich en taekwondo y las tres medallas en judo, vela y hockey sobre césped en 2016. En los Juegos Paralímpicos se destaca la medalla de oro ganada por Yanina Martínez en 100 metros llanos en Río de Janeiro 2016.

Otros éxitos deportivos destacados de los últimos años son la Copa Davis 2016 obtenida en tenis; los campeonatos mundiales en hockey sobre patines obtenidos en la modalidad femenina en 2010 y 2014 y masculina en 2015, el Campeonato Mundial de Hockey sobre Césped Femenino de 2010, los siete campeonatos mundiales obtenidos en pelota paleta entre 2002 y 2014.

sábado, 29 de junio de 2013

Juan Carlos Zabala, el "Ñandú Criollo"

El domingo 7 de agosto de 1932 Juan Carlos Zabala ganó en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles la primera medalla de oro de la historia del atletismo argentino. Con sólo 19 años, el Ñandú Criollo, registró un récord olímpico de 2h 31m 36s.
Juan Carlos Zabala quedó huérfano desde muy pequeño, criándose en el Reformatorio de Marcos Paz. Allí aprendió a correr largas distancias, enseñado por Alejandro Stirling. En 1939 se hizo una película sobre este momento de su vida, Y mañana serán hombres de Carlos Borcosque.
Zabala corre su 1ª maratón en 1931. Sus mejores prestaciones las desarrolla en Los Ángeles en los Juegos Olímpicos, en la jornada del 7 de agosto de 1932 disputando la maratón y a 4 km del final, se escapó para terminar en solitario aventajando en 20 s a Samuel Ferris de Gran Bretaña, consiguiendo el oro olímpico y haciendo ondear la bandera Argentina en lo más alto del mástil mayor del estadio.
Hasta ese momento las maratones habían sido ganadas por europeos de aproximadamente tres décadas de vida, que marcaban como error partir en primer lugar. Zabala rompió con esas realidades en 2h 31' 36”. Con 20 años y arrancando por delante de sus rivales, obtuvo el oro.
A pesar de estar los siguientes dos días sin apoyar los pies y postrado en una cama durante 24 horas, Zabala tuvo tiempo de festejar el triunfo en Hollywood. El atleta estadounidense, Jesse Owens, lo invitó a la ciudad del cine americano y le presentó a la famosa actriz Ginger Rogers. Aunque su corazón estaba guardado para alguien más. 
Elsa B. de Zabala fue quien conquistó el amor del maratonista. Vecina de Buenos Aires, pero nacida en Dinamarca, se ofreció para ser la traductora del rosarino en una competencia en su país de origen. París es la ciudad del amor, pero fue Copenhague, capital fría del norte de la Península de Jutlandia, donde el calor entre ambos derivó en un casamiento años más tarde. 
El 24 de enero de 1984, “El Ñandú Criollo”, como lo apodó el diario Crítica, dejó de correr para siempre y sus pasos quedaron marcados en la eternidad del atletismo argentino.

miércoles, 29 de mayo de 2013

Vilas campeón US Open 1977

Guillermo Vilas se consagró en Forest Hills y se convirtió en el mejor jugador del mundo más allá de las estadísticas finales. 

Fueron cinco segundos de incertidumbre hasta que el umpire cantó el "out" y desató el festejo enloquecido de Guillermo Vilas, quien 35 años atrás se convertía en el mejor jugador del mundo al ganar el Abierto de Estados Unidos en Forest Hills. 
Aquel 11 de septiembre de 1977, Vilas entró a la inmortalidad del deporte argentino al derrotar de manera fantástica al local y número uno del mundo Jimmy Connors, por 2-6, 6-3, 7-6 y 6-0. 
Todo un país, que un par de años antes desconocía los argumentos básicos de este deporte, siguió por las imágenes en blanco y negro que transmitían los televisores, las alternativas de una final apasionante que coronó un año inolvidable para el zurdo surgido en Mar de Plata. 
Con Guillermo Vilas, el tenis se había convertido en un hecho popular, las canchas improvisadas en las plazas, calles y potreros competían abiertamente con el fútbol, e imitar el juego de potencia y efecto del jugador argentino, una sana costumbre tan similar como aprender a pegarle a la número cinco con el empeine interno. 
La pasión que despertó esa campaña de Vilas en 1977 y en especial en el Abierto de Estados Unidos, quedó reflejada en que ese mismo día -domingo 11 de septiembre- Boca jugaba la segunda final de la Copa Libertadores ante el Cruzeiro en Belo Horizonte, y el rating le era infiel al equipo más popular del país. 
Fue un partido entre dos titanes y que tuvo momentos de alta tensión y juego de calidad, que se demostró en las variables del marcador. 
Connors ese año sólo había logrado ganar Wimbledon y no tuvo una temporada tan espectacular como el año anterior, cuando ganó este mismo torneo y eliminó en semifinales justamente a Vilas, en un partido donde lo superó sin atenuantes. 
El argentino, en cambio, construyó el mejor año de su carrera profesional con 16 torneos ganados en un solo año -marca aún no superada en el tenis internacional- un récord de victorias consecutivas aún vigente y de triunfos al hilo sobre polvo de ladrillo que se extendió por dos décadas. 
Además, en junio de ese año había ganado su primer torneo de Grand Slam -Roland Garros- tras vencer al estadounidense Brian Gottfried, en una temporada que lo encontraba maduro e invencible con solo 25 años. 
Ese fue el último Abierto de los Estados Unidos jugado en el emblemático West Side Tennis Club de Forest Hill sobre arcilla y es el nombre de Vilas el que figura como su último campeón. 
La campaña de Guillermo fue abrumadora, recorrió las dos semanas de torneo con una comodidad asombrosa y llegó a la semifinal con el local Harol Solomon sin ceder un solo set y con 16 games perdidos. 
En su escalera a la gloria venció al español Manuel Santana (6-1 y 6-2); al norteamericano Gene Mayer (6-3 y 6-3); al también local Víctor Amaya (6-3 y 6-3); al español José Higueras (6-3 y 6-1) y al sudafricano Raymond Moore (6-1, 6-1 y 6-0). 
En las semifinales le ganó a Solomon, un jugador de fondo muy difícil y que tenía la particularidad de devolver todo como un frontón, por 6-2, 6-7 (primer set perdido en 15 días) y 6-2, mientras en la otra llave Connors despachó con autoridad la italiano Conrado Barazzutti en sets corridos. 
En la final los dos entraron nerviosos, y quien primero sacó ventaja de esa situación fue Connors que a partir de jugar profundo y con tiros a las líneas ganó el set inicial por 6-2. 
Vilas contó después que esa derrota parcial no le provocó temor, porque estaba muy concentrado en su juego y con la táctica diseñada junto a su histórico entrenador, el rumano Ion Tiriac, impuso su juego en el parcial siguiente. 
Allí Willy se soltó, sacó a relucir su mejor juego, comenzó a sacar muy bien, y, como reconoció años después, tuvo un excelente primer servicio: "nunca en mi vida metí tantos aces como ese día". 
La clave estuvo cuando ganaba 4 a 3: logró quebrarle el saque a Connors y sacar la ventaja de 5 a 3 que luego se transformó en la victoria del set. 
Los dos sabían que el tercer chico era la clave del partido y lo jugaron dejando todo lo que tenían en la cancha entregándole a las 14 mil almas que llenaron el estadio un tenis emotivo de alto nivel y cargado de suspenso. 
La primera parte fue para Connors, que sacó una ventaja de 4 a 1 basándose en un potente revés a dos manos, pero Vilas no se desesperó ya que la diferencia era solo de un quiebre, y parado de contraataque comenzó a presionar con passing precisos que dejaron siempre expuesto a Jimbo. 

"Estaba encendido, leía muy bien lo que hacía Connors, adiviné todo y tuve muchos golpes ganadores", evocó Vilas. 
El tie break fue ganado por el argentino con polémica por una bola que Connors vio adentro y quedó claro que había picado afuera. El norteamericano protestó, armó pelea con el umpire, se desconcentró y entregó el partido. 
El cuarto set fue un trámite para el argentino, que rápido se puso 5 a 0 y sólo el orgullo deportivo de Connors en el último game hizo que levantara un 40 a 0, para darle una cuota más de suspenso al ingreso a la gloria que estaba al alcance de las manos de Vilas. 
La última bola de Connors fue afuera y el umpire tardó una eternidad en cantar el "out". Años después, el juez le confesó a Vilas que vio el momento de ser el protagonista de la noche y por ese motivo mantuvo en vilo a los espectadores con esa espera de cinco segundos para declarar al nuevo campeón. 
En Argentina todo fue peor: en épocas donde los satélites no eran tantos, el cuarto set no se pudo ver porque se había pasado el tiempo original de contrato y debía transmitir otro programa en vivo desde España. 
Los fanáticos tuvieron que vivir esos momentos decisivos escuchando las alternativas de la victoria de Vilas con el relato inigualable de Juan José Moro por Radio Rivadavia. 
Hace 35 años, Vilas alzó el trofeo del US Open y se llevó un cheque de 30 mil dólares -hoy sólo un challenger da ese premio y en primeras rondas- y se convirtió en el mejor jugador del mundo, por más que las estadísticas informáticas de la época dieran otros resultados poco justificables. 
"Sabía que sería así, soy sudamericano, vengo de una parte del mundo que poco importa a los grandes dueños del tenis. Pero sé que soy el mejor, lo demostré en la cancha y eso no me lo quita nadie", dijo Vilas en ese momento. 
En aquella temporada de 1977 Vilas fue el mejor tenista del año. Sin embargo, la computadora de la ATP lo clasificó segundo, y determinó que el número uno de ese año, a pesar de no haber logrado ningún tipo de torneo de Grand Slam, fue Jimmy Connors. Nada más injusto. Esa temporada, Guillermo ganó Roland Garros, el U.S. Open, el Grand Prix (actual Carrera de Campeones), logró el récord de torneos ganados en un año (16) y consiguió otro récord, el de victorias consecutivas en el circuito, 49 en total, que nadie lo ha podido superar hasta ahora, y se duda que nadie jamás lo vuelva a conseguir.